jueves, 28 de febrero de 2013

Despertar

Despertar.
Suena el despertador. Le doy a la opción "recordar más tarde", porque no he terminado el sueño. Intento recuperar el hilo de la historia, pero el recuerdo se difumina, borrado por un sentimiento de rencor hacia mi despertador. ¡Traidor! Debería sentir cierta gratitud por el servicio fiel y puntual, pero siento la misma aversión que todo el mundo experimenta cuando le dicen "ya te lo dije". Decido aprovechar las habilidades tecnológicas de mi despertador, bueno, del móvil, que hace las veces de despertador y programo una segunda alarma 5 minutos más tarde. En verdad ya la tenía programada, esto no es nuevo. La activo. Un placentero sentimiento de satisfacción me sobreviene al recordar que me puedo dar el lujo de postponer mi entrada obligada al mundo cruel que empieza cada mañana, porque me duché antes de acostarme y me preparé la ropa. ¡Buena chica!

Casi consigo cazar el último cuadro que dibujó mi sueño, cuando suena de nuevo la alarma. No puede ser. Ya han pasado cinco minutos. Saco un pie. Lo vuelvo a meter. ¡No quiero, no quiero! ¡Mamá! Hoy no quiero ir al trabajo. Nunca quiero ir al trabajo y siempre voy, hasta cuando estoy mala de verdad. Yo quería ser princesa, pero nadie me comprendió. Se rieron de mi. Tengo un trauma con eso. Creyeron que era una fantasía infantil. !Qué mona! - exclamaron casi al unísono, compasivamente, perdonándome mi inocencia. Ignorantes. No entendéis nada. Yo no les perdoné su incapacidad de comprender el significado de princesa más allá del cliché disney. Significado y significante - explicaría doce años más tarde mi profesor de literatura. No se trataba de ponerse una corona. No era el poder lo que ansiaba, ansío, ansiaré, al menos cuando suena el despertador, sino la opulencia, el bienestar, la libertad de acción. Hedonista no se hace, se nace. Viva el placer, entendido como máxima expresión de disfrutar de la vida y sin definir, ni acorralar el concepto. Que si para mi madrugar es un suplicio, para otros es un placer. A cada uno lo suyo. No se trata de sentar cátedra.

Suena de nuevo el recordatorio primero. Es el fin. - ¡ No te resistas! - susurra mi conciencia, violando sin escrúpulos mis instintos y el calorcito de mi edredón. Frenéticamente calculo: si caliento la leche mientras me lavo la cara y me visto, cuando acabe la leche estará suficientemente caliente para que el café soluble se deshaga, pero suficientemente templada para no quemarme si me la bebo de un trago. Me comeré las galletas de camino, así que me limpio los dientes antes de salir. Conservaré el saborcito del relleno de chocolate de las galletas a riesgo de tener algún pegote de masa entre los dientes. En la vida hay que correr ciertos riesgos incluso para disfrutar de los pequeños placeres. A la de tres. Uno, dos y si me invento una enfermedad. Lo siento, tengo fiebre. He pasado mu mala noche. Creo que he pillado un virus de esos que hay ahora... Siempre hay virus de esos. Yo nunca los pillo. Virus de esos que te dan una tremenda cagalera, de las de "no hay mal que por bien no venga" porque te ayudan a perder peso sin pasar hambre, solo unos retortijones, algún que otro escalofrío, sudoración y zas! liberación, purificación, desintoxicación. Pero no, no me duele la barriga, ni la garganta, ni la tibia ni el peroné. Me duele alma porque no me quiero levantar. Con lo que me costó calentar la cama, es un desperdicio dejar este rico calorcito. ¡Aa-aayyyy! Mi alma reinventa el cante jondo. Quiero seguir recociéndome en mi bola de guata. Suena la alarme. Ahora sí que sí. Además, tengo ganas de hacer pis. Tiro la manta hacia un lado, con energía, con "no hay vuelta atrás que así se va el calor" para obligarme definitivamente y no caer en la tentación de volverme a tapar. Resignada me arrastro al baño. Veo mi futuro en el espejo. - Tu tampoco querías levantarte, ¿verdad? Al menos no estás sola, yo te comprendo. Me sonrio. Mi otro yo, más allá del espejo me devuelve la sonrisa, lánguida, con arrugas de almohada, con ojos hinchados, congestionada, con resignación. ¿Cómo decía la canción? Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así... A ver si es verdad.