jueves, 25 de abril de 2013

Vida y obra de Plofero Kelsen, primera parte.



Plofero Kelsen, nació en la ciudad prusiana de Krolskraiber, de padre griego y madre analfabeta, a la edad de 19 años, según Vicente. Cansado del esfuerzo, se durmió en el asiento trasero del coche de su tío paterno, que emprendía un viaje de veraneo a la Costa Brava. Esa circunstancia le obligó a inscribirse en el registro civil de Tolosa como si hubiera nacido ahí de toda la vida. Para disimular su verdadero origen decía con frecuencia "sisplau", que quiere decir "perdonen ustedes" y se escribe de otra manera.

Plofero Kelsen fue un filósofo conceptual, gestáltico y en sus ratos libres incluso francófono, posiblemente debido a ese primer viaje entre sueños. Cuando nació ya tenía una espesa barba, de pelo rizado y rebelde, lo que le llevó a pensar que probablemente había nacido socialista o sindicalista o las dos cosas. Debido a su aspecto peludo pensó en comprarse unos pantalones de pana, pero rápidamente descartó la idea, porque, a pesar de ser un espíritu rebelde como los remolinos de su barba, no quería ser tachado de friki nada más nacer. Eso habría restado mucha credibilidad a sus inspiradas y complicadas reflexiones. Por ello, optó por unos pantalones "cagaos" que dejaban ver la goma de sus calzoncillos y se hizo una rasta. 


Nacer después de la pubertad marcó profundamente su desarrollo emocional. Al no conocer a Heidi, Marco, ni Pikachu, sus referentes sobre el bien y el mal eran escasos. Por eso, ni desarrolló particular cariño por las ovejas, jamás se hubiera embarcado en un viaje sin rumbo para buscar a su progenitora, ni evolucionaría en japonés. Cuando Plofero nació, su madre se hizo polvo y su
padre se hizo el sueco. Demasiado mayor para ir de orfanato en orfanato, ni vivir con familias de acogida, decidió hacerse filósofo, para así quedarse con la peña y evitar que nadie le sugiriera buscarse un trabajo. Sus pensamientos eran tan enigmáticos, que ni los más avezados analistas le entendían. Gracias a las redes sociales y a un amigo que fabricaba sobres de azúcar, pronto se hizo
famoso y rico y todos le aplaudían. España entera se llenó de filosofía kelsiana a través de los envoltorios de azúcar, en detrimento de las obviedades facilmente inteligibles de un tal Coelho. Los bebedores de café con leche incluso recibían doble dosis para fundir su propia empanada mental con la de Plofero. Tanta popularidad abrumó al joven Plofero, ya que nunca había sido representante de quinto curso y, por lo tanto, no estaba acostumbrado a lidiar las masas. Decidió retirarse del mundanal ruido refugiándose en una aldea conquense abandonada. Paseando por la campiña cuajada de flores primaverales llegó hasta un precipicio. Se subió en un roca ligeramente sobresaliente y con voz grave que nunca había conocido la vergüenza puberal exclamó: ¡Gronfel, gronfel! y el eco le devolvió: ¡ Gronfel, gronfel! Plofero rápidamente dedujo: no soy un pato, pero aún puede que sea sindicalista. Este descubrimiento le llenó de alegría y además, le dio mucha hambre. Así que rápidamente se encaminó a la aldea vecina, porque tenía un bar. Ahí se ciscó un plataco de morteruelo acompañado de un vaso de tinto peleón, que se le subió a la cabeza. Envalentonado por los efluvios del alcohol, decidió afeitarse la barba y cortarse la rasta. Nada más ver su faz imberbe y juvenil en el espejo de la barbería exclamó: ¡ O sea, o sea, no me lo puedo creer! ¡Soy un niño bien!

Confuso por su nueva identidad, Plofero compró un cuaderno Din A5 y un bolígrafo con la bandera de España. Frenéticamente comenzó a perfilar los cuadritos del papel y luego a rellenar uno sí uno no, mientras su mente urdía planes de liberación para los pollos de granja. También pensó en alistarse en la Legión, pero le pareció que se alejaría demasiado de su querida Francia de paso. Aunque, por otra parte, en África encontraría mucho francófono. Sin embargo, la ausencia de bacon y tinto de verano, así como la certeza de que su madre no estaba ahí le persuadieron de acometer semejante aventura. Era preferible profundizar en la comunicación de su trascendencia mediante 144 caracteres... continuará o no


sábado, 20 de abril de 2013

Chateando con V: Holakelsen a media noche


A: hola
V: Hola, que en alemán debe de ser Holakelsen.
A: me ha gustado la historia de la hostia.
jejeje
suena bien, holakelsen
para nombre de empresa
o de novela
V: La historia de la hostia es verídica.
A: ya
V: A ver si vas a inventar una cerveza
A: holakelsen me está gustando por segundos más
jajaja
lo mejor para refrescar al gaznate en un día de calor sofocante: una holakelsen!!!
muy largo
para cuando acabas de decirlo ya te has ahogado
V: Puede ser, holakelsen, infunde ánimos
Cuando se termina de decir la palabra uno se siente ya muy poderoso
A: jajajaja
V: sobre todo si la dice de forma enérgica
Que se quiten todos, que voy
A: entrechocando las manos
V: Pues sí, hay que entrechocar las manos.
A: si lo dices con un tono de voz más agudo y sonsonete pizpireto parece una saludo
la cuestión es qué significa "kelsen"
V: Si dices holakelsen con voz aguda y encima lo haces sobre un escenario, la carcajada es unánime.
A: Holakelsén = sus vitaminas diarias para encarar el día con energía
Hoy
V: Vitaminas y hormonas y adrenalina
kelsen debe de significar abedul
A: Holákelsen = el oráculo del saludo del más allá
jajaja
abedul?
V: Dices holakelsen y aparece enseguida Teseo para devolver el saludo
A: sen es en alemán lo que en español es ez, de martinez hijo de martin
V: hijo de kel
kel es una marca de champú
A: de holakel
kel de tucha
V: sí, jajaja
y ola del mar
A. nos está dando de sí el nombre
V: con hache, como la hostia
A: olakelsen es más surfero
V: En este caso la hostia se la puede dar uno mismo
como no navegue bien
olakelsen, hijo de la ola
A: si lo hace en una puerta se puede incluso dar una ostia
V: y del kel
Ostia es puertas
en plural
A: pues se hace la tabla de surf con dos puertas
V: Te he inspirado sin querer
Sin mérito alguno por mi parte
A: a ver si vas a ser mi muso
jaja
V: Tu musokelsen
A: jajaja
V: No empesemos con discusiones bisentinas, que decía aquel
...
Conversación de chat finalizada
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lunes, 1 de abril de 2013

Tu nombre me suena a...

Hará unas semanas descubrí que tenía mensajes en Facebook que no había visto. Eran mensajes de personas desconocidas. Me pongo a leerlos y me encuentro con un saludo de un perfecto desconocido que se sabía todos mis nombres, o sea, no sólo el nombre de pila, sino los otros dos que me encasquetaron cuando me bautizaron: Francisca Trinidad. ¡Casi ná'! No suelo contarlos, porque, sobre todo entre los amigos españoles en seguida sale el grito ¡Paca-Trini, jajajaja! Sería fácil pensar que se encuentran en Internet, San Google y compañía, pero no. Salen en mi partida de nacimiento y salían en mi carnet de identidad alemán.

Intrigada respondo al saludo con la petición de que me refresquen la memoria, a ver de qué se sabía ese señor que no me suena de nada tanto detalle. Ayer recibí la respuesta: Año 82. Una noche, una amiga y yo acudimos a visitar a un amigo que era enfermero militar a su guardia nocturna en el cuartel militar. El motivo no era sexual, por si a alguien se le acaba de encender la alarma. El motivo, de hecho, mejor lo cuento algún día, en la que mi reputación digital me importe un pepino, pero ahora no, que no tenemos tanta "confi", querido lector, pero era para buscar solución a una travesura de esas que se hacen a los 15... El caso es que, para poder acceder al cuartel había que dejar en depósito el carnet de identidad. Como por lo visto está terminantemente prohibido leer ninguna otra cosa en la garita que no sean instrucciones militares, el soldado de guardia tenía como hobby memorizar nombres y fechas de cumpleaños de las personas que por ahí pasaban. Tanto le gustaron mis nombres - y foto - que aún hoy se acordaba de todos ellos y se le ocurrió buscarme en Facebook. Según él, Aidana le parecía el nombre más precioso y melodioso que jamás había escuchado y que por eso jamás lo había olvidado. Añade, 'me puedo permitir estos cumplidos porque estoy felizmente casado.(Menos mal, no es un acosador) Aidana Franziska Trinidad tiene para mi algo de misterioso - aborigen, pero de animado, tipo samba y Bernal - Sprekelsen tiene algo de refinamiento aristocrático. Ya Bernal me suena a propietario de una plantación de mandarinos en flor. Sprekelsen suena a jurista y a sabiduría en todos los ámbitos de la vida, o a diplomático... ¡Pasmaita me he quedao! No puedo por menos que sentirme halagada por tanta asociación positiva, aunque en mi fuero interno crea que los  amigotes españoles aciertan más con el ¡Paca-Trini! (léase vociferando mentalmente desde un balcón en un cuarto piso) ¿Qué cosas, no?