viernes, 11 de octubre de 2013

Cuando las musas tienen la boca llena

Son las 7,30 h de la mañana de un lunes cualquiera. Tras sonar mi despertador discuto en sueños, pero acaloradamente, con Morfeo. – Quédate un rato más, me insiste cansino. – Que no, que tengo que irme al trabajo, que está a 170 km de mi casa, en el sur, en Almería. Después de una ducha y un café cargado, Morfeo se rinde. Afrodita sigue dormida y despeinada en el butacón de mi dormitorio. De vez en cuando suspira en sueños, prácticamente gime en sueños, y me desagarra el alma cuando salgo sigilosamente por la puerta echando una última mirada a mi amor. Mi hijo también duerme todavía. Así que, nadie, ni el perro me despide.

Monto en mi Peugeot 207 Mito. En el asiento del copiloto está Talía, musa de la comedia y la poesía bucólica. Detrás, Erato, musa de la poesía lírico-amorosa y Calíope, musa de la elocuencia, belleza y poesía épica. En medio de ellas, Momo, Dios de la sátira, las burlas y los poetas. Es un buen amigo desde hace muchos años. Nos entendemos muy bien, aunque le gusta pincharme.

Enciendo la radio para escuchar música con la esperanza de que las musas alegren la cara. A ver si entre todos coreamos alguna canción, a ver si me inspiran algo. Pero no. No les gusta el paisaje. Conforme nos acercamos al sur, el desierto se hace más presente. Cada vez hay menos verde y más montañas peladas. Rocas tristes, paisajes agrestes, matorrales pardos y resecos.

Momo:           - ¡Observad ese paisaje! Te podrías haber llevado a Melpómene (musa de la tragedia)
Yo:                -  ¡Muy gracioso! La misma broma que la semana pasada. ¿Dónde está tu originalidad?
Momo:           - La culpa no es mía. ¡Mira a estas tres tristes musas! Cada día más gordas, igual que tu.
Talía, bosteza: - Ja, ja, ja. Me troncho y me parto.
Calíope:          -¿Y qué quieres? No hay otra cosa que hacer. Comer, trabajar, comer, trabajar, comer, dormir. Lo que no entiendo es que hacen aquí tantos Dioses y está claro que la culpa de esto rulos que nos están saliendo es de ellos.  Lo único bonito es la playa, pero de eso hay en todas partes.
Momo:            - Pues a mí me fascina la mezcla de culturas, con gente de todos los colores, de todos los países, de todas las culturas, de todas las religiones. Es muy divertido.
Calíope:          - A falta de colorido en el paisaje, que todo es pardo, bueno es el colorido de los mortales. Debe ser por eso, que están aquí Hestia, Dioniso, Hebe y los primos Baco y Vesta.
Erato:             - Están aquí, porque los almerienses aman la agricultura y la comida por encima de todas las cosas. Si no fuera por ese amor, Demeter no les habría consentido hacer del otoño una primavera y del invierno un verano, convirtiendo el desierto en una huerta bajo un mar de plástico.
Talía:             - Claro, y proporcionándole un estupendo patio de juegos a Eolo. A todas horas soplando ora de levante, ora de poniente. ¡Pesado!No hay manera de llevar el pelo en condiciones. El monte pelado, la llanura un espejo de plástico, no queda otra que irse al bar mientras Aidana trabaja.
Calíope:         - Eso mismo deben de haber pensado Hestia, Dioniso y Hebe. Lo de la bebida acompañada de una tapita es una idea genial. Me alegro de que Hestia les haya inspirado el arte de la gastronomía. ¡Cuánta variedad de ingredientes y formas de combinarlos, cuántos sabores, cuántos aromas! Por no decir la gracia que tienen esas raciones pequeñas, las tapas, que te permiten probar de todo un poco.
Momo:          - Pues por eso estáis cada día más gordas, incluida tú, querida Aidana.
Yo:               - Yo ya he empezado a hacer ejercicio todas las noches. Pero ellas no hacen nada para inspirarme alguna historia divertida, ni tú das sugerencias. Os habéis vuelto sosas, mudos acompañantes. Mi mente está desierta como el paisaje.
Momo:          - Querida, ¿a quién quieres engañar? Si después de andar te vas al bar, le sonríes a Dioniso y Hebe cuando te traen un tinto de verano y alabas las artes culinarias de Hestia. Deja de llevarte las musas al bar, que con la boca llena no se habla, así que no te van a inspirar nada. Y mientras tengan las panzas llenas y solo hagan digestiones, menos te inspirarán. ¡Míralas, más que musas parecen mustias!
Calíope:        - Te advierto, querida Aidana. Si te seguimos hasta aquí, es porque estos almerienses son unos artistas de los fogones. ¿Si no de qué? Es más, mira que te digo: creo que hasta que no hayamos probado todas las tapas y repetido muchas veces las más buenas, no se nos va a ocurrir nada de nada.
Yo:               - ¡Eso es chantaje! Además, yo quiero adelgazar lo menos 8 kilos.

Momo:          - Querida, mal sitio has elegido para eso.