Despertó, miró a su
marido y sintió un fuerte deseo de que la besara, pero él se
levantó adormilado y sin mediar palabra se fue al baño. Al salir
por la puerta, ella le miró y nuevamente deseó ser besada, pero lo
dijo con el pensamiento, que él desoyó. Llegó el mediodía.
Esperanzada recibió a su marido, que volvía del trabajo. “Ahora
me besará”, soñó despierta, pero se quedó con las ganas,
porque él regresaba malhumorado tras una dura mañana. Comieron
juntos, él cabizbajo, ella anhelando un beso de postre. Mientras
ella retiraba la mesa, él cabeceó diez minutos de más en el sofá
y tuvo que volver con prisas al trabajo. Ella se consoló: “No dio
tiempo ni para un beso.” No fue diferente el regreso de la tarde,
ni la cena del mediodía. Por la noche en la cama, ella pensó
“Entonces mañana”, pero él se quejó: - ¡Ya nunca me besas!
El amor es cosa de dos, como tambien lo son los sentimientos y dos los que tienen que hacer por alimentarlo, soy de las que pienso que cuando las cosas se dan por hecho o se espera que las hagan los demas y se entran en los pequeños detalles de quien es el primero en... es que algo no va bien.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por tu comentario. Sin duda tienes razón, el amor es cosa de dos, pero la falta de comunicación hace mucha mella en las relaciones. Esperar a que te adivinen los deseos y en ausencia de semejante tino pensar que la otra persona no se interesa verdaderamente por ti es un mal muy común en muchas relaciones. A fuerza de callar las inconformidades, en lugar de eliminarlas, se van guardando en una especie de saquito de los rencores que guardamos muchos en nuestro interior. Curiosamente, muchos amigos que han leido este cuenta me han dicho, que no es un cuento, que es la realidad. Habrá que ser más "proactivo", que es el palabro de moda, e ir en busca de los besos que se desean... saludos
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